sábado, 19 de abril de 2014

LA DECIMOTERCERA: EL ALEMAN



LA DECIMOTERCERA: EL ALEMAN

La vuelta a Mbandaka desde España no ha sido tan fácil como creía que iba a ser. El hecho de saber dónde iba, lo que me iba a encontrar y cómo afrontarlo me ayudaban a pensar que la vuelta iba a estar chupada. Pero me equivoqué. Precisamente saber de dónde vengo y donde voy ha hecho la vuelta un poco más difícil.

No obstante, no ha sido ningún drama. Simplemente pensé que según volviese todo iba a ir rodado pero volver a aclimatarse al ritmo, a las costumbres y a las manías de estos Mbandakianos (o como se diga) ha llevado consigo un tiempo.

El mayor problema, como ya os he dicho muchas veces, es la monotonía. Aquí no hay nada que hacer; socializar es muy complicado (fundamentalmente por el idioma y las diferencias culturales) y la vida se limita a trabajar, comer, trabajar, jugar al billar, tomar unas cervezas (no hay otra opción, los bares se quedaron sin Coca-Cola, Sprite o Fanta a primeros de Marzo y aún estamos esperando) y pirarte a casa a cenar un poco de jamón con aceite y tomate (al principio también le ponía algo de ajo, pero podía oír las protestas de algunos de vosotros desde aquí, así que sin ajo).

Los fines de semana más de lo mismo añadiendo un poco de tele ahora que ha empezado la fórmula 1 y las motos, y quedadas esporádicas en casa de algún compañero de trabajo donde todos se dedican a contar sus batallitas de los años vividos en UN. La verdad es que algunas de las historias que se cuentan son más falsas que un billete de 36 euros pero parece haber una especie de pacto tácito por el que si tú no me desmontas mi historia yo no te desmonto la tuya. Al final, alguno va a contar que toreó un dragón con sus calzoncillos XXXXXXXXXXXXXL, otro dirá que para dragones los que había en Liberia, un tercero apuntará que en Bosnia  amaestraron uno para encender las hogueras en invierno, todos se miraran con cara de satisfacción y brindaremos por los “hijosdelagranputa de los dragones”.

Y es que me he dado cuenta de que pese a las diferencias de color de piel, religión, cultura o estado civil, todos los hombres del planeta estamos cortados por el mismo patrón. En otras palabras: somos unos fantasmas.
 
En el curro lo más interesante que me ha ocurrido ha sido una pelea a muerte con los generadores. Se jodieron 3 a la vez (días de diferencia) y la verdad es que el tipo que tengo a cargo de ellos es, digámoslo fino, poco aplicado. Un mes de pelea recibiendo distintas, muy distintas excusas. Primero era una cosa, luego la otra, luego la culpa era de la gente que cocinaba a la vez que ponían el aire acondicionado (que hijoputas, a la vez!!!!), luego que si las líneas, luego que si….. Hasta que un día me puse a berrear como un energúmeno (no me he puesto tan nervioso en mi vida) y en una semana logramos salvar dos de los tres. El problema real era que uno tenía el tubo de admisión de aire obstruido, al otro no le habíamos limpiado el radiador en 2 años y el tercero….. El tercero saltó por los aires. No es que esté orgulloso de ello pero ver saltar medio metro una mole de nueve mil quinientos quilos tiene su puntito. En teoría era un problema con el turbo, pero no creo que vayamos a hacerle la autopsia al muerto.

El caso es que por cosas como esas (lo más curioso de todo es que los hijoputas de los generadores empezaban a dar problemas el sábado o el domingo a las 6 de la mañana y al que le tocaba ir era siempre a mi) Boris empezó a llamarme el Alemán. Dice que no soy latino, ni mediterráneo; que me preocupo por las cosas demasiado y que por eso a veces parece que la  Merkel me tiene poseído (la verdad es que comparando cuerpos esa señora está para poseer cuerpos tipo yo; en otros no entra ni que se lo ordene al FMI). Lo malo es que lo que  yo creía era un chiste de Boris se ha extendido de tal manera que hace unos días viendo el partido de vuelta entre el Borussia y el Real Madrid uno de los soldados de Ghana dijo que yo podía  estar tranquilo, que ganase quien ganase ganaban los míos. La verdad, me lo hubiese comido vivo, pero luego me giré y me percaté de que a ese saco de músculos sólo podría haberle hecho  daño envenenándolo…. Y no es para tanto …. O sí???

Así que entre ser el Alemán, ser Diego Mutzig (esto me lo llaman los de la puerta, sobre todo cuando salgo tarde y me piden pasta para una cerveza), o ser “El leopardo español” voy arreglado.

Lo del Leopardo español viene de otra reunión de “machotes”. Estábamos viendo en la tele combates de lucha extrema (de esos en un ring octogonal con redes donde se dan unos palos que para que) donde se enfrentaban algo así como “El Tiger malayo” contra el “Gorila de Zambia”. Eran unos armarios empotrados del carajo (sobre todo el Gorila de Zambia) pero en un momento dado todos nos pusimos a dar soluciones de cómo acabar el combate contra el Gorila. Los soldados de Ghana iban a usar sus técnicas de defensa personal, el serbio la guerra sucia de comienzos de la guerra mundial, otro decía que a él un bofetón le bastaba y yo dije que tenía patentado un movimiento infalible para acabar el combate: era pegar un salto….. Pero fuera del ring y salir por patas lo más rápido posible…. Salto y carrera propios de un leopardo… el Leopardo Español. 

Dejando un poco de lado las chorradas aún no sé nada de mi futuro, aunque supongo que seguiré por aquí una temporada. Llevo ya 8 meses y la verdad es que si quiero entrar en Naciones Unidas como “miembro de pleno derecho” aún me queda bastante mili por hacer. De momento seguiremos desmontando (cuando se aclaren desde Kinshasa que es un mareo constante) y esperaremos nuevas noticias antes del 30 de Junio.

Espero escribir otra entrada antes de eso. De momento, empiezo a escribir esto desde el aeropuerto de Kinshasa porque me piro una semana de vacaciones. Mi lado alemán no está muy conforme (no sé si porque cree que no he trabajado lo suficiente o porque he decidido no ir a Mallorca a beber cerveza y ponerme colorado) pero mi lado español está pletórico. Y la verdad…. Gana el segundo lado pero por goleada!!!!!
Seguiremos hablando

CIAOOOOO!!!!!!!

PD: de vuelta al Congo debo decir que mi estancia en Nairobi ha sido la leche (Gracias Jimena, Chine, Neill, Gladys, Maria, Blanca, Fabio y señora, Paul, Angie, señora Girafa y los que me dejo)  y mi lado alemán no ha dado señales de vida. Sigue así Matthias; sigue así o lo pagarás.

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