viernes, 27 de septiembre de 2013

LA SEXTA: VOLVER A REZAR



LA SEXTA: VOLVER A REZAR.
No sé por dónde empezar esta semana. Probablemente lo divida en dos raciones para no extenderme demasiado teniendo en cuenta que se ha colado por motivos de fuerza mayor un peaje en medio de esto.

Empezaré por donde suelo acabar. Acordándome de vosotros. El miércoles (o el jueves, aquí los días se parecen demasiado los unos a los otros) a mitad de desayuno no pude por menos que daros la razón a muchos. A todos aquellos que me dijisteis que tuviese cuidado con lo que podía hacer porque me iban a considerar la “fruta exótica” (si lo pongo entrecomillado es porque son palabras textuales de alguna mente enferma), no puedo hacer otra cosa que daros la razón. No dejo de echar polvos desde que estoy aquí. La leche, en polvo; el café, en polvo; la vitamina C, en polvo; las carreteras, orgías de polvo…… Gracias por avisarme chicos!!! Fue culpa mía entenderos mal y emocionarme.

Lo siguiente es comunicaros que la lluvia del domingo pasado efectivamente fueron cuatro gotas. Esta semana ha llovido un par de días. No había visto caer tanta agua en menos tiempo en la vida. La tormenta fue bastante hipnótica, los rayos caían relativamente cerca de donde estábamos (dudo que haya muchos pararrayos por aquí) y el agua hacía un ruido de mil demonios en los tejados de chapa de las casas; esa mezcla de ruido, luz y agua te dejaba un poco en trance (O eso o me dio sueño, que todo puede ser). Lo peor fue lo de después. Obviamente, el sistema de alcantarillado (por llamarlo de alguna manera) de la ciudad no funciona demasiado bien, de tal manera que la red de saneamiento es simplemente un sistema de  acequias más o menos amplias a los lados de las calles que irremediablemente se desbordan antes de llegar al río Congo (no sé si lo he dicho ya, pero pedazo de río). En este momento conducir se hace complicado por dos motivos: a nivel “personal” los baches desaparecen debajo del manto de agua, por lo que tu culo pasa a ser parte activa de la amortiguación del coche. A nivel solidario no puedes ir a más de 5 km/h para no dejar a la gente como una bayeta (Ay!!! Leo Harlem!! Como echo de menos tus videos piratas del youtube) porque no tienen demasiada ropa para cambiarse y su respuesta puede ser, perfectamente, una pedrada al coche como mal menor. Cuando deja de llover la gente sale con barreños y calderos y recoge agua de las acequias y alcantarillas y se la lleva a su casa. No sé por qué lo hacen, y la verdad es que no me atreví a preguntarlo porque la respuesta, sea cual sea, fijo que no es muy alentadora.

Esta semana no ha habido paseo mañanero de sábado a las 6 de la mañana. El motivo es que, después de casi 1 mes en África por fin he podido deshacer la maleta. El miércoles, por fin, me instalé en el apartamento en el que viviré los próximos 10 meses (viajes a España, Kenia y todo lo que pueda viajar por aquí incluido) y el sábado por la mañana lo he dedicado a ordenar mis cosas. Ha sido divertido, sobre todo colocar los 2 jerseys que me traje y el cortavientos en la parte más profunda del armario. Pero más gracioso ha sido colocar el par de zapatos finos que me traje (los de las bodas, para entendernos) y los calcetines ejecutivos “de por si acaso”. Dios!!! Soy un pardillo. No me he quitado las botas desde que estoy aquí, y no me las voy a quitar en 10 meses. No sé si “moriré con las botas puestas” pero si no lo hago, fijo que me las había quitado hacía un ratillo.

El apartamento en el que voy a vivir tiene casi de todo lo que tienen los apartamentos de estudiantes en España: una habitación, un salón muy grande con muebles de IKEA (de IKEA, lo juro) una cocina (en la que no pienso entrar más que con escopeta) y un baño. Tengo dos equipos de aire acondicionado (aunque solo funciona el del salón). Vamos, lo que se dice un apartamento estilo europeo. Le pones electricidad 24 horas y agua corriente y quitas la mosquitera de la cama y tal cual vivía en Zaragoza. He conseguido además que me laven y planchen la ropa por 30 $ al mes, y el resultado es más que aceptable. Puede que la ropa huela un poco raro (por otro lado es olor a África, así que de raro no tiene nada) pero está limpia y no he llevado las camisas mejor planchadas desde que me las planchaba mi madre (allá por el mes de Julio de 2013, no os vayáis a pensar). Ah!!! Otra gañanada!! El jueves por la noche pensé que se me había jodido el aire acondicionado. Estaba de un humor que os podéis imaginar; un día aquí y esto se rompe, con el calor que hace, maldita sea mi suerte etc etc. Pensaba traerme al encargado de los técnicos de Aire Acondicionado que trabajan en el mantenimiento de Mbandaka, hasta que esta noche he descubierto el cuadro eléctrico de la casa, he subido un fusible y…….. Milagro!!!! El aire vuelve a funcionar!!! Por cierto, el cuadro está en la cocina, por eso no lo había visto antes.

El domingo estuve comiendo en el restaurante que está a la orilla del río. Como no tenía demasiado hambre me pedí una ración de pollo asado con patatuelas fritas. La primera impresión fue que no había pedido pollo normal. El sabor, tan fuerte, me recordaba mucho al Pitu Calella que tomé en el Molín de Mingo entre Ribadesella y Arriondas (cuando vayáis de viaje a Asturias comed allí si podéis) pero en seguida me di cuenta de lo equivocado que estaba: el pitu Callella del Molín no tenía sabor en comparación con este. Y es que, claro, aquí toda la comida es de “Calella”, de corral en castellano. Pero con la diferencia de que los corrales de aquí son como el Harlem o el Bronx de los corrales. Ahora me extraña un poco menos que los africanos, cuando vienen a España, se dediquen a echarle tabasco a los chuletones. Definitivamente la carne no debe saber a nada para ellos. El caso es que a la segunda pinchada el sabor me pareció excesivamente fuerte y decidí mezclarlo con una salsa que me habían servido aparte. Error!!! La salsa era curry y, aunque ya estoy moreno, los colores de mi cara debieron asustar a toda la clientela. Me bebí la Primus Radler (una especia de shandy pero de ¾ de litro) de trago. Sólo me faltó golpear la mesa y gritar mierda al mismo tiempo.

Por lo demás poco más. He empezado ya a dar mis clases de belga (he decidido que jamás aprenderé francés, yo estoy aprendiendo belga diga el libro que me han dado lo que diga) y no me parece un idioma demasiado difícil. Ahora, las clases de una hora al día se reducen a 40 minutos como máximo y porque yo le pido más al profesor. Si no fuese por eso las clases serían de media hora y asunto. Pero bueno, esa es la forma que tiene la gente de trabajar por aquí, como os contaré en la siguiente entrada.

Espero poder escribir otra vez a mitad de semana y contaros como es el ritmo de trabajo aquí en Mbandaka con los carpinteros, fontaneros, electricistas etc…. Os voy a dar una pista. Yo, como ellos, me lo voy a tomar con calma. Quizá el martes, quizá el miércoles, puede que el jueves (si no se me olvida el ordenador) o el viernes (si me apetece). Como adelanto os diré, que, por primera vez en años, he vuelto a hacer dos cosas….. La una es bracear (mover los brazos de un lado para otro como si estuviera dirigiendo el tráfico) y la otra…. La otra tiene que ver con el título. Os dejó que lo penséis.
CIAO!!!!!

1 comentario:

  1. Joe nos dejas en ascuas!!! y porqué braceas?? para dirigir la obra, no??. Entonces en el apartamento tampoco hay agua corriente????

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